«Después que se arregló el asunto
principal, los comisionados de Virginia comunicaron a los indios en un discurso
que en Williamsburg había un colegio, con un fondo para la educación de los jóvenes
indios; y que si las Seis Naciones quisiesen enviar allí media docena de sus
muchachos el Gobierno cuidaría de todas sus necesidades y de que les
instruyesen en el conocimiento de los hombres blancos. Una de las reglas de la
cortesía de los indios es no responder a una proposición pública el mismo día
que se hace; piensan ellos que esto sería tratarla de una manera muy ligera y
que la respetan tomándose algún tiempo para considerarla, juzgándola así como
un asunto importante. Por esto, demoraron su respuesta hasta el día siguiente,
en que un orador comenzó a hablar manifestando su profundo agradecimiento por
la amabilidad del Gobierno de Virginia al hacerles aquel ofrecimiento; “pues
nosotros sabemos muy bien –dijo él– cuánto estiman ustedes la clase de
conocimiento que se enseña en estos colegios, y que el mantenimiento de
nuestros jóvenes sería muy costoso para ustedes. Estamos convencidos por lo
tanto que ustedes quieren hacernos un bien con su proposición y nosotros se lo
agradecemos cordialmente. Pero ustedes, que son sabios, deben saber que las
distintas naciones tienen distintos conceptos también de las cosas; y así
ustedes no tomarán a mal el que digamos ahora que nuestras ideas sobre educación
no corresponden a las de ustedes. Hemos tenido sobre esto alguna experiencia.
Algunos de nuestros jóvenes se educaron hace tiempo en los colegios de las
provincias del Norte; se instruyeron en todas sus ciencias, y cuando volvieron
a nosotros, eran muy malos corredores, desconocían la manera de vivir en el
bosque y no podían soportar ni el frío ni el hambre; no sabían cómo construir
una cabaña, cazar un ciervo o matar a un enemigo; hablaban nuestro lenguaje
imperfectamente y eran en conclusión inútiles para la caza, para la guerra y
para el consejo; realmente no servían para nada. Pero aunque no aceptemos su
amable ofrecimiento nosotros les quedamos muy obligados, y para demostrárselo
les notificamos que si los caballeros de Virginia quieren enviarnos una docena
de hijos nosotros nos cuidaremos de enseñarles todo cuanto sabemos y de
hacerlos hombres”.»
Benjamin Franklin, "Observaciones referentes a los salvajes de Norte América", en Autobiografía y otros escritos
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