La conocida sentencia de la pluma más ilustre de la
economía política clásica: «it is not from the benevolence of the butcher, the
brewer, or the baker that we expect our dinner, but from their regard to their
own interest», no sólo nos revela un principio que es aceptado de manera
unánime por aquellos hombres ocupados en temas de economía política hacia
finales del siglo XVIII, también nos remite a una creencia firmemente establecida
entre el común de los hombres. Nos referimos a la creencia en que el interés
particular, el egoísmo, constituye el principio rector que rige de modo
universal el actuar cotidiano del individuo en su relación con sus semejantes. Una vez más, y en carácter de refutación de
semejante aseveración, recurriremos a Don Raúl Scalabrini Ortiz, quien en su
ensayo Un olvido del egoísmo, nos
presenta lo que tal vez sea la única excepción a este principio. Allí,
Scalabrini nos dice «La amistad europea es un intercambio. La amistad porteña
es un don: el único de esta tierra. En la amistad porteña hay un
desprendimiento afectivo compacto, es egocéntrica, restringida en causas y
profunda, con ternuras de madre y un poco responsera, no persigue remuneración
alguna, se da libremente. Bastan dos amigos para conformar una tertulia donde
un mundo completo y ficticio suplanta el “mundo verdadero”.» Y concluye: «La amistad
porteña es un olvido del egoísmo humano».
A.
Smith, The
Wealth of Nations. An inquiry into the nature and causes, 1776
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